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1The Origin  Empty The Origin Jue Oct 11, 2012 3:43 pm

Zero Kiryuu

Zero Kiryuu
Estudiante

Zero Kiryuu
When love... becomes pain

Datos personales

ф Nombre completo:
Zero Kiryuu

ф Apodo:
-

ф Clan:
Yuuki

ф Edad:
17

ф Fecha de nacimiento:
24 de Diciembre

ф Estación de cumpleaños:
Invierno.

ф Aldea:
Amegakure no sato.

Descripción física
Joven cuyo pelo es plateado como si se tratasen hilos de plata. Sus ojos son grises teñida con una leve tonalidad lila, cuyo color se confunde con mucha facilidad con el de su propio cabello. Es alto, de hombros anchos y buena complexión física. Desde su infancia ha sido agraciado físicamente, destacando ambos polos de su naturaleza con un aire angelical pero frío y melancólico. Su tez pálida va acorde y mirada indiferente le otorgan cierto aspecto gélido que no pasa desapercibido.
Tiene un tatuaje, "sello del cazador" tal y como lo llamaba su familia, en el lado izquierdo de su cuello originalmente utilizado para suprimir parte de sus recuerdos. Otro pequeño detalle es que lleva tres pendientes de plata en una sola oreja; uno en el cartílago, y otros dos en el lóbulo de la oreja. Tienen el aspecto de pequeños anillos plateados.

Descripción psicológica
Es un individuo único como tal, es lo que muchos psicólogos les gusta denominar como "prodigio entre los prodigios". Amante del hedonismo más puro de Epicuro aunque es un fiel seguidor de Mark Proeter y del Español denominado como "el guerrero de la discordia”, es un creador de su propia moralidad opinando que el ser humano no es un individuo que se deba establecer sino todo lo contrario debería ser un trotamundos y un buscador de la felicidad. Posee una memoria extraordinaria denominada "memoria eidética”, "memoria sensorial" o fotográfica que se deriva en todas las ramas de la inteligencia que posee el ser humano como individuo.

Es un fiel creyente de las matemáticas abandonando la creencia Pitagórica de un mundo ideal, opina que la psicología es un pequeño juego de niños que intenta identificar cual es el cerebro y por que funciona así...algo aparentemente impredecible ante las matemáticas reales y compuestas, por lo que carece de sentido para él como ciencia pura o de la salud. Posee una inteligencia mental superior a la media de genios según los estudios realizados sobre él.

Ahora pasemos a palabras mayores, es una persona creyente de sí mismo pero amigo de aquellos que creen en Dios (con la tenue esperanza de equivocarse respecto a su posición), posee como no dones deductivos, en realidad en eso se basa casi toda su inteligencia, su base es deductiva y es para casi lo único que vive...
Como ya se ha nombrado antes sutilmente, es un psicópata. Nunca siente pena por el dolor de el resto, no le importa en absoluto la linea que separa el bien del mal. Lo sigue todo según su conveniencia, y en vez de forzar al mundo lo utiliza para lograr su objetivo... guarda todo lo que sabe y piensa, es meticuloso frío y tiene un sentido del humor bastante macabro, a pesar de eso siente y muere igual que el resto... solo que lo sabe ocultar bien.

Teniendo memoria eidética, las torturas que recibió en su pasado nunca podrán borrarse de su memoria. Solo recordarlo le hace revivir una parte de aquel dolor... no sabe que es peor, morir siendo torturado, o recordarlo de esta forma toda la vida.

Historia


Capítulo 1: Lágrimas de Demonio

El olor putrefacto de una palabra surcó el aire, sintió como cada una de ellas en su tortura se hiciera cada vez más insoportable, poco a poco, segundo a segundo se iba grabando como fuego en una polvorienta y maltratada medalla al valor. Todo aquello incluido la verdad era peor que una muerte honorable.

La mirada ausente del joven vagó sin rumbo alrededor de aquel cubículo al que le habían destinado, una y otra vez repasó el diseño. Solo una fugaz mirada otorgaba una clara idea sobre el estado de aquel lugar, incapaz de denominarle habitación. El mal estado que destilaban las paredes, reflejaban cual cristal la violencia de la que habían sido partícipes y testigos, con rastros de sangre surcando los filamentos rocosos con un ardor de furia acompasados en el aire; desdeñoso una pequeña luz artificial servía como falso retrato de aquel sol tan añorado. Tan solo una cama adornaba el lúgubre destino de la habitación y como única “protección” contra tantos extraños que paseaban haciendo guardia frente a su prisión, barrotes rústicos agrietados de una segura proporción al número de prisioneros a los que habían encerrado en su interior.

Se mantuvo quieto acostado en la aquella cama que le servía como un salvoconducto hacia un lugar algo menos horrible, algo menos lúgubre. Apoyó su mano sin gracilidad alguna sobre el suelo, notando el escalofriante frío que lo trasmitía, lo que además de ser incómodo le recordaba de genial forma la humedad que se calaba y hacía doler sus huesos de manera furiosa. Sus ojos pasaron con aburrimiento el pasillo que tenía en frente suya, adornada con lamparillas de estilo clásico, muy baratas seguro, por supuesto nadie se gastaría ni un ryo aquí, y menos con ellos.

Pronto vinieron a recogerle, débil y desatendido no tuvo más remedio que ceder ante las intenciones de sus carceleros, el sonido metálico de un candado surcó y rellenó el silencio ilusorio creado con una clara intención de amargar sus pensamientos, removerle en una continua rutina casi infinita en la que de seguro moriría antes de lo que pensaba. Se apoyó temiendo caerse en los hombros de aquel infame joven que le había visto casi morir una y otra vez, viendo como se debilitaba y como un enemigo cercano, le había vomitado en la cara para hacerle despertar.

Tosió molesto, haciendo caso omiso al hedor del que ya formaba parte. Notó bajo sus pies el suelo irregular, tan similares a las paredes de aquella sala… si es que se le podía llamar así. Arrastró los pies, uno detrás de otro, con paso rezagado intentando amortiguar el caminar ávido del carcelero. Llegó a aquel lugar que recordaba y que atesoraba en el momento de su llegada, más cárceles, más barrotes… la misma roca desgastada y un silencio amortiguado que perforaba su mente era repetido en cada uno de esos pasillos que consiguió atisbar.

Los presos asomaron su rostro entre los barrotes con la tenue esperanza de que su fín se acercase, mas aquel no era su momento… aún así, nunca podría olvidar con detalle sus rostros, de ojos rasgados por la oscuridad, acostumbrados a no ver el sol, su talla esquelética se había convertido en un símbolo de lo que eran ahora. La esclavitud, el maltrato se podía definir con completa claridad en cada rostro, acompañados por un cuerpo que no hacía más que pedir a gritos que parase aquella locura; pero…la locura se había vuelto demasiado ambigua, nadie seguía la cordura a raja tabla, nadie… empezaba a tener dudas de mi propia cordura.

Ascendieron por unos escalones, alcanzando el fin de aquel lúgubre escenario para entrar a otro más agradable a la vista. Otro pasillo se extendió ante sus ojos, deslumbrándose con la luz presente. Una ventana adornaba aquel pasillo, única pero portadora de más luz de la que había visto en semanas. Haciendo esfuerzo, miró a través de ella, maravillándose ante aquella danza de colores que se extendía más allá de lo que era capaz de soportar. No distinguía ningún color, no distinguía figuras, que pena era eso. Fue solo entonces cuando me fijé en el propio cristal, reconociendo mis propias facciones en el. Mi pelo cubierto de suciedad y una eterna grasa caía como mechones por mi rostro, dando un aspecto negruzco antinatural al normal. Poseía unos pómulos desarrollados, decorando unos ojos color plateado inclinándose con muchísima sutileza al lila. Nadie se solía fijar nunca en este último detalle, solo aquellos que son lo suficientemente observadores o meramente inteligentes. A pesar de ello, al igual que al resto de cautivos, el maltrato, mi excesiva delgadez y la suciedad me dejaban irreconocible; no era más que otra víctima, dejé de ser yo y no fui más que otro esclavo.

Pero mirando más allá de lo concebible, esperó y aguantó el último segundo para distinguir algo más allá del pasillo, una vía de escape, una salida a su esclavitud; pero tan pronto como se imaginó escapando, le obligaron a doblar la esquina para continuar su desafortunado destino, marcado por los pasos de un más que apremiante escolta y guía. Se permitió el lujo de observar la estructura recargada del edificio en el que estaba, de aspecto simple y de colores suaves el interior se quedó allí grabado como un mensaje de tranquilidad. No reconocía el edificio y menos desde dentro.

Había multitud puertas de aspecto simple y madera clara, extendiéndose a sus lados. Una pequeña parte de su mente aún cuerda sintió extraña curiosidad por conocer que había más allá de ellas… pero llegaron al final de aquel pasillo alcanzando una puerta metálica. Con movimientos rudos accionaron un mecanismo de la puerta, no entendía la necesidad de su visita, no entendía por qué le habían llevado allí.

La puerta se abrió y un soplo de aire viciado atravesó el alma haciéndole retorcer de dolor, de agonía. Apestaba a muerte en su interior, y más aún se asustó cuando se encontró ante aquel escenario lúgubre. Observó la silla de hierro puro de aspecto desgastado mostrando una sala aún más tenebrosa, acabada por humedad. El dato más impresionante que resaltó a sus ojos fue una bandeja de plata, asustándole al ver lo que reposaba sobre ella; agujas, decenas de ellas y de distintos tamaños, y como broche final un maravilloso bisturí de plata empañado por el tizno rojo carmín característico de la sangre.
-Buenos días, siéntese por favor…-
Fueron las primeras palabras decentes pronunciadas en aquella desgraciada tarde de otoño. Aquella hermosa figura apoyada con despreocupación en una esquina de la angosta sala le hizo plantearse de nuevo su locura. Su rostro se dejaba ocultar bajo un manto de sombras… pero solo por su voz distinguió que era una mujer culta, por su tono, despiadada, por su aspecto, cuando salió de entre las sombras la identificó bien… una asesina… el nombre despótico e hipócrita de aquellos que se dedicaban a mancharse las manos con el trabajo de otras personas, ¿y para qué? ¿por un par de ryos?, no parecía un trato justo…
-Lo siento, cariño… nos tendremos que ver las caras más a menudo-
Dijo aquella mujer invitándole con un gesto amable a sentarse sobre una silla levemente descuidada, situada en frente de otra acolchada. El joven guardia que le había llevado hasta la sala de los horrores se había alejado con un paso miedoso perfectamente consciente de lo que pasaría, mas aquello no importaba. Se concentró en continuar su evaluación sobre la mujer. Reconoció que no fueron unas palabras poco agraciadas frente aquel escenario y menos ante sus excelencias visibles, su cultura.
-¿Quién eres…?- Las palabras salieron secas de la garganta del joven preso, sin ningún tipo de gracia ni segundas intenciones en su voz, carcomido su tono por una falta de utilización.
-Que mala educación… lo normal es que te presentes antes al pedirle su nombre a una dama- Responde con un leve tono de burla, logrando sonar cruel pero cariñoso. Aquella torturadora era el símbolo de una sutilidad perdida, de una extraña y antigua tradición trasmitida oralmente de una supuesta tortura “elegante”, de nuevo recurrió a la misma palabra, hipocresía.
-Zero Kiryuu… o lo que queda de él- Responde el joven sentado mientras se rozaba las muñecas, se centró en los ojos de su torturadora, verdes como un prado perdido en un antiguo recuerdo de la hierba.
-Hermoso nombre para un recluso. ¿Últimas palabras?-
Paradójicamente, no tubo la ocasión de pedir aquellas últimas palabras. Se acercó a Zero sosteniendo su bandeja de plata. De pronto, sin más, se descubrió atado con fuertes correas a la silla, mientras observaba con horror como la torturadora movía con cuidado sus manos pasa sacar los instrumentos. No descubrió ni siquiera atisbó la verdad de cómo de repente estaba encadenado, quizás su locura se reforzara ahora, temió pronto por su cordura.

Temió que aquella chica no fuera más que lo parecía, una torturadora experta además de una extraña joven con un sentido sádico y algo deformado del dolor, pero todos sus temores se hicieron realidad; No tardó en comprobar que la tortura no era una simple afición; para aquella mujer era un arte. Movía sus instrumentos a puntos exactos para llevarle al límite del dolor sin llegar a causar heridas mortales o irreparables. Golpeaba en ciertas zonas del cuerpo, causando que de tal modo cuando se presionaba sobre determinado punto llevaba el dolor al límite de las capacidades sensitivas. Lo marcaba con cada herida, con cada nuevo corte y punción de la aguja penetrando su cuello para producirle dolor.

Notó el primer pinchazo de la aguja como si fuera algo más que lo era, el dolor más que agónico que había alcanzado a vivir hasta aquel momento; le hizo sacar uno de los gritos más agónicos de los que tendría el “placer” de repetir. Algo a parte del dolor existente se coló en su cuerpo, una sustancia, pronto se sintió eufórico, capaz de cualquier cosa, pero con aquella sensación se intensificó todo, el dolor sufrido y lo que iba a surgir.

En alguna zona recóndita de su mente, Zero recordó lo que se decía de cuando la gente iba a morir. Toda la vida pasando en frente de sus ojos… una gran estupidez desde su punto de vista. No existían tales cosas, solo el dolor y un intenso vacío al darse cuenta de que vas a morir. El tiempo no se ralentiza ni se detiene, no piensas en las cosas que hubieras deseado hacer en su momento… tan solo en que vas a morir, punto.
Pero incluso siendo así, solo pensar en ello le volvían a retornar los recuerdos. Permitió que al menos aquel trozo de su mente se salvase del dolor, para zambullirse de tal modo en el mar que conformaba su pasado…


“Nadie, nadie adornaba una historia llenas de penurias a menos de que al final tuviera una fantástico desenlace, pero desgraciadamente ninguna de las estrellas se fijaba en él y menos aún le protegía en su luz.

Ni siquiera la suerte le siguió desde pequeño, aunque suponiendo que existiera, no, pero tampoco le había ido mal del todo, había tenido una familia de personas normales con problemas normales que no son deseados de conocer por nadie; en definitiva tubo una infancia traumática.

Pero la infancia daba igual, ni siquiera había un resquicio interesante en su vida como semi-adulto, tan solo cuando casi alcanzó la mayoría de edad había conseguido algo excepcional: que todo el mundo le prestara la atención.

Todo, todo el mundo tiene que pasar por eso una vez en la vida, por lo menos un gran país donde se forman una unidad militar denominada ninja. Ese había sido mi sueño, simple y completamente inocente. Pero por el camino me topé con esta gente asquerosa...”



Con el último recuerdo le abordó un sentimiento único y extraño. Sintió un sentimiento de nostalgia al saber que ya nunca más volvería a ser aquel chico despreocupado, al saber que la tortura quedará tallada en su mente con desbordante cuidado, pudiendo revivir cada momento… no sabía que era peor; morir torturado, o recordarlo toda la vida. Poco a poco, hasta ese pensamiento terminó por deshacerse, sumiéndole en la completa oscuridad.

Extra
Frases típicas:
"Tu pecado es tu simple existencia"
"La música existe allá donde fallan las palabras"


Gustos y disgustos: Le agrada la obediencia, la estrategia, el ajedez, la subordinación, la victoria... mientras que odia cosas como la aleatoriedad, la falta de ética...

Objetos personales: posee en un lado de su cuello una especie de sello, inutil actualmente aunque en su motivo tuvo cierta utilidad...





Última edición por Zero Kiryuu el Dom Oct 14, 2012 5:51 am, editado 1 vez

2The Origin  Empty Re: The Origin Jue Oct 11, 2012 4:17 pm

Sosin

Sosin
Jounin Élite
Jounin Élite
FICHA ACEPTADA

Armas y Objetos:

10 Kunais
10 Shurikens
10 Bombas de Humo
1 Mochila para Armas y Objetos.
1 Katana echa de madera de bombo

Ahora puedes pasar a solicitar un grupo ninja y un sensei para realizar tu examen Genin.

https://voluntadshinobi.foroactivo.mx/

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