El mundo ninja es una estupidez, mas aun es Kirigakure, todos los jodidos niñas con una sonrrisa en su rostro, esperando que un puto pan les llegue a las manos, asesinar mis amiguitos, es eso lo que debemos hacerlos shinobis para ganarlos "el pan de cada día", somos armas, nada mas somos eso, armas comandadas por un viejo bigoton, con un sombrero en la cabeza color azul y una panza grande hecha por todo lo que come y lo flojo que es. Si hablo del Mizukage, aquel ser que se sentia superior por el tan solo estar sentado en una oficina tomando cafe y acomodando papeles. Los habitantes de Kirigakure simplemente le tenian amor a este tipejo, según por que les daba protecion. ¿Pero que proteccion les podia dar un viejo así?. Claro todo esto era la imaginacion de Belphegor y uno que otro rumor que escucho del Mizukage, quien sabe que sea verdad y que no. Lo que si era verdad, era que Belphegor despues de despertar su llama de la ultima voluntad, iria a visitarlo, una visita cordial y ordenada.. Ya saben.. "ordenada".

Pero bueno, tenia que empezar con aquello. Según los viejos sabios que habian descubierto este tipo de llamas, todo consistia en las emociones, la voluntad. Según yo ya tenia los conocimientos necesarios para poder desarrolar algo así mas aun, tenia la voluntad suficiente como para obtener la llama, aun no sabia que flama iba a ser la indicada para mi, esperaba que la del cielo, esa llama era capas de calmar todo y dejarlo limpio, esto me ayudaria a detener ataque enemigos y luego atacar yo, pero viendolo bien, tambien me gustaria la llama de la nube, aquella llama que dejaba multiplicar cuerpos fisico con mucha facilidad, también era muy buena la llama de la niebla, era la que potenciaba los Genjutsus, pero en estos momentos no me funcionaba.

Me puse serio ahora si, realize los sellos correspondientes, altere todas mis emociones y lanze una bola de fuego de mi boca, la llama era de un color rojo intenso, al instante supe que era la llama de la tormenta, aquella llama que descomponia, desintegraba y por ultimo quemaba, una llama muy ofenciva. Mi reaccion fue grata, pues tenia la llama mas ofenciva de las existententes, ahora tenia que saber sacarle buen provecho a esta.